Cazadores ilegales, fuertemente armados y con vehículos de alta movilidad, ingresan a los territorios comunales para capturar y matar a estos animales silvestres con el fin de extraer su fibra, altamente valorada en el mercado internacional. Esta situación genera preocupación entre las comunidades campesinas, que ven amenazada su seguridad y su principal fuente de ingresos.
Rolando Apaza, subgerente de Comunidades Campesinas, denunció que los cazadores actúan con rapidez y violencia, dificultando las labores de protección por parte de los comuneros. “Los cazadores furtivos se aparecen con escopetas y camiones, y pueden movilizarse rápidamente, lo que pone en peligro a los comuneros que intentan proteger a las vicuñas. La policía forestal nos apoya, pero no tiene la suficiente logística para perseguir a estos cazadores”, señaló.
La situación afecta directamente a decenas de comunidades que dependen del manejo sostenible de la vicuña. La fibra que se obtiene de manera legal, mediante esquilas autorizadas, puede alcanzar un valor tres veces superior al de la fibra de alpaca, representando un ingreso económico clave para muchas familias. Además, esta actividad fomenta la organización comunal y la conservación de fauna nativa.
“En la región Arequipa, las comunidades campesinas realizan el Chaku de vicuña a mediados de año. Ellos se organizan legalmente para extraer la fibra, y al mismo tiempo, algunas comunidades aprovechan esta actividad para promover el turismo, ya que resulta atractiva para los visitantes. Esta práctica se viene desarrollando en cerca de 20 comunidades campesinas de la región”, agregó.