El Pasaje del Cañón, una joya del centro histórico de Arequipa, reabre sus puertas al público tras una cuidadosa restauración. Este pasaje, que conecta la primera cuadra de la calle San Francisco con la primera cuadra de la calle Jerusalén, ha sido parte integral de la ciudad desde la época colonial. Desde ahora, los arequipeños y visitantes podrán acceder a este espacio de lunes a viernes y disfrutar de su rica historia y belleza arquitectónica.
Históricamente conocido como el «Callejón de la Pólvora», el Pasaje del Cañón destaca por su valor cultural y arquitectónico. Originalmente, servía como un corredor de paso vinculado a la Casa Tristán del Pozo y conectaba con las tiendas jesuitas en la calle Mercaderes. A lo largo de los siglos, este pasaje ha sido testigo de la transformación de Arequipa.
La restauración ha realzado especialmente la entrada por la calle San Francisco, donde se pueden admirar columnas, frisos y una cornisa que exhiben el esplendor del estilo barroco y neoclásico que caracteriza a la ciudad. Por otro lado, la entrada por la calle Jerusalén presenta un diseño más contemporáneo, con un balcón voladizo que ilustra las diversas etapas de intervención que ha sufrido el pasaje. Esta mezcla de estilos es un testimonio vivo de la historia arquitectónica de Arequipa.
Fotografías
Además de las mejoras estructurales, se han instalado 12 cuadros fotográficos que destacan los monumentos más emblemáticos de Arequipa. Estas imágenes no solo embellecen el pasaje, sino que también ofrecen a los visitantes una experiencia visual que les permitirá conocer mejor el patrimonio arquitectónico de la ciudad. Con esto, el Pasaje del Cañón se convierte en un espacio cultural que invita a redescubrir y apreciar la historia de Arequipa.
Hoy, el Pasaje del Cañón no solo es un lugar para transitar, sino un espacio donde se entrelazan la historia y la cultura de Arequipa. Con sus adoquines, muros coloniales y las nuevas fotografías, el pasaje invita a todos a explorar y disfrutar de su singular belleza. Al abrirse nuevamente al público, se reafirma como una pieza esencial del patrimonio arquitectónico arequipeño.