El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, admitió este miércoles que el gobierno estudia la autorización de “medidas más restrictivas” contra la epidemia de coronavirus en Lombardía, como piden las autoridades de esa rica región del norte de la península.
“No nos oponemos a medidas más restrictivas”, aseguró Conte en un encuentro con la prensa al referirse al pedido del gobernador de Lombardía de un “cierre total”, que incluye también fábricas, tiendas y transporte público.
La norteña región, entre las zonas más industrializadas y ricas de Italia, ha registrado 468 muertes sobre un total de 631, siendo la más afectada por la epidemia.
“Estamos listos a introducir medidas más restrictivas para Lombardía y las otras regiones que lo soliciten”, explicó Conte durante un encuentro con la prensa.
En una entrevista al diario Il Corriere della Sera, el presidente de Lombardía, Attilio Fontana, defendía “medidas aún más drásticas” de las vigentes porque “si la epidemia continúa propagándose a la actual velocidad, el sistema (sanitario) no va a aguantar”, explicó.
Fontana, del partido ultraderechista Liga, de la oposición, en varias ocasiones ha pedido bloquear todas las actividades en Lombardía, con la excepción de sectores claves como la producción y distribución de productos alimenticios y medicinas.
“La única receta es reducir el contacto entre las personas”, aseguró.
El gobernador cuenta con el apoyo de los alcaldes de las principales ciudades, quienes defienden el cierre total, el mismo modelo aplicado en China y que al parecer comienza a dar resultados.
La región teme un colapso del sistema de salud y que la capacidad de las salas de cuidados intensivos no sea suficiente para hacer frente al número de enfermos graves.
“Por el momento el número de plazas disponibles es mayor que las necesidades”, explicó el responsable de Salud de Lombardía, Giulio Gallera.
El dirigente negó «tajantemente» que ante la afluencia de pacientes los médicos tengan que seleccionar a quien salvar, como adelantado por un galeno local en una entrevista.
Milán, la capital económica de la península, resultaba este miércoles una ciudad fantasma desde que el domingo las autoridades decidieran confinar a la población e impedir todo viaje y reunión.
Como gesto simbólico la famosa marca Armani anunció el cierre de sus céntricas tiendas, restaurantes y hoteles en la capital lombarda.
“La situación está completamente bloqueada. No hay clientes, ni llegan ni se van. Muchos colegas ya están en casa sin hacer nada (…) ¡Milán no está vacía, está desierta! Parece una ciudad bajo toque de queda”, comentó a la AFP, Daniele, un taxista de 59 años, mientras esperaba que apareciera un pasajero.
El gobierno italiano tomó medidas draconianas, que incluye la prohibición de escuelas y universidades hasta bodas, bautizos y funerales, pero hasta ahora no ha bloqueado las fábricas.